Texto:

Javier Sánchez

Reportaje gráfico:

RAM


El horror de la guerra no cesa. Ha pasado un año desde el momento en que Rusia invadió Ucrania, el 24 de febrero de 2022. Ya van más de 8.000 civiles muertos, millones de refugiados, unos 18 millones de personas necesitan asistencia humanitaria, ciudades asediadas y se acumulan los crímenes de guerra. Sin embargo, el espíritu ucraniano ha dado un giro y ha cambiado 365 grados en 365 días. No queda rastro del miedo de las primeras sirenas que anunciaban el comienzo de la guerra y ahora alzan la voz y las armas exigiendo libertad. Tres ucranianas en Córdoba, Anna Kostyuk, Anna Perevoznyk y Ruslana Maksimova cuentan a Insitu Diario cómo fueron los primeros días de la catástrofe bélica y cómo observan el horizonte.

«Ha empezado la guerra» – 6:00 a.m.

«Creo que nunca nadie pudo pensar que al final iba a ser una guerra, nunca jamás». Son las palabras de Anna Kostyuk, es ucraniana y vive en Córdoba desde hace veinte años, pero el 24 de febrero de 2022 lo recuerdo como si hubiera ocurrido ayer mismo. Aquel día, a las 6:00 a.m. le llamó su madre y le dijo: «Ha empezado la guerra». Ella no podía creerlo, no paraba de repetir «mamá, ¿qué estas hablando?» mientras su madre le contaba que habían comenzado los bombardeos en la ciudad donde vivían. Anna se tumbó, cerró los ojos, se volvió a levantar y, nuevamente, se preguntó qué estaba pasando. No podía creerlo.

Al principio pensaba que en uno o dos días pararía. Después pensaron que acabaría la guerra en un mes. ¿A lo mejor en 100 días? «Llevamos 365 días».

«Llevamos 365 días»

Anna Kostyuk es ucraniana y vive en Córdoba desde hace veinte años. FOTO: RAM

Anna Kostyuk es ucraniana y vive en Córdoba desde hace veinte años. FOTO: RAM

«Quiero creer que esto se acabará mañana, pero lo veo cada vez más difícil y más duro«. Considera que la ciudadanía y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, «hacen todo lo posible». Asimismo, los ucranianos «tienen mucha fe en ganar cuando antes, pero no depende de nosotros».

Anna cree que ahora los ucranianos «somos más fuertes, estamos más unidos y tenemos mucho más aprecio a nuestra bandera y a nuestra lengua», asegura. Es común que los ucranianos hablen dos idiomas: el ucraniano y el ruso. Por ejemplo, algunas familias están formadas por «un padre ucraniano y una madre rusa». Ahora, tras un año del comienzo de esta devastadora guerra es casi «imposible que alguien te diga una palabra rusa».

Kostyuk es la coordinadora de la Asociación de Ucranianos en Córdoba. Se muestra agradecida porque «todo el mundo nos apoya muchísimo, nos aprecian». Todo es poco para «acabar con esta guerra lo más pronto posible». Agradecida también por la ayuda humanitaria recibida de los cordobeses. «No podemos quejarnos de Córdoba, es una gran ciudad y por algo el destino nos trajo aquí», una ciudad que entrega 25 toneladas diarias de comida, ropa y todos aquellos útiles necesarios.


¿Cuántas personas han muerto? Desde aquel día de febrero de hace un año, cuando comenzó el ataque armado de la Federación Rusa contra Ucrania, hasta el 21 de febrero de 2023 —últimos datos publicados por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH)—, se han registrado casi 21.000 bajas civiles en el país: Más de 8.000 muertos y unos 13.000 heridos.

Fotografías: Lorena Sopêna | Diego Herrera | Pau Venteo | Europa Press


Por su parte, Anna Perevoznyk es de Dnipró, ciudad en el centro del país ucraniano, pero nació en Zaporiyia, ciudad situada sobre el río Dniéper. El 7 de febrero de 2022 tomó un vuelo desde Kiev y un día después se encontraba descansando en Córdoba. En aquellos días no pensaban en la guerra y creían que las amenazas rusas solo buscaban causar el pánico en Europa. Pero llegó el día 24 y cuando se despertó sus amigas y familiares la llamaron y «estaban en shock, muy asustados». En aquellas primeras llamadas podía escuchar «las primeras sirenas, eran horribles».

El pueblo donde nació se encuentra bajo invasión rusa y, aunque sus primas se encuentran seguras, tuvieron que abandonar sus casas. La vivienda de su tía está completamente destruída y la de su primo está vacía porque «los soldados rusos han tomado todo». En el caso de su piso en Ucrania, «vive una familia que ha perdido todo porque de su vivienda solo ha quedado una pared en pie».

Anna Perevoznyk es de Dnipró, ciudad en el centro del país ucraniano. FOTO: RAM

Anna Perevoznyk es de Dnipró, ciudad en el centro del país ucraniano. FOTO: RAM

Un cambio de 365º en 365 días

El espíritu ucraniano ha cambiado 365 grados en 365 días. Del miedo a la valentía, del silencio al griterío. Perevoznyk habla «casi cada día» con sus amigas en Ucrania y le trasladan por teléfono los ánimos de los ucranianos: «Allí no tienen miedo de nada». Algunas amigas suyas regresaron a su país para cuidar a la familia ya que los hombres no pueden dejar el país. Los niños les han dicho: «Mamá, yo quiero estar en mi país».

«Mamá, yo quiero estar en mi país»

Se siente muy en primera línea de trinchera en Córdoba porque «los españoles también están sufriendo nuestra guerra» porque «luchamos desde Ucrania y desde aquí también». Asimismo, refuerza la necesidad de «no parar hasta ganar» porque «si paramos, Putin no parará».

«Si paramos, Putin no parará»

Ryslana es de Leópolis, región ucraniana cercana a Polonia, y lleva once años en Córdoba. FOTO: RAM

Ruslana Maksimova es de Leópolis, región ucraniana cercana a Polonia, y lleva once años en Córdoba. FOTO: RAM

También descubrimos la historia de Ruslana Maksimova. Es de Leópolis, región ucraniana cercana a Polonia, y lleva once años en Córdoba. Vino para estudiar y trabajar. Ha obtenido el certificado de ciclo y de zumba de GAP y, actualmente, se prepara el diploma para ser guía turística. Aunque su vida ha cambiado y en estos meses está completamente entregada al voluntariado desde que comenzó la guerra. «Nadie lo esperaba y tenemos muchas cosas que hacer».

Antes de la guerra, «yo estaba en Ucrania con mi madre y todo el mundo de España me decía: Vuélvete, la guerra empezará pronto«. Ellas no lo podían creen, fueron a disfrutar del teatro y después regresaron a Córdoba. Tres días días de su regreso comenzaron los bombardeos y las muertes. «Estaba aturdida».

Descubrió una comunidad en Córdoba

Los primeros días se encontraba «aturdida». Ryslana pensaba que era la única ucraniana en Córdoba y «no sabía qué hacer y quería ser útil». Entonces comenzó a buscar y «encontré en Córdoba una comunidad».

A los cordobeses, de la capital y de los pueblos de la provincia, «a todos», Ruslana quiere agradecer la ayuda recibida y se conmueve por «sus buenos corazones y porque nos ayudan un montón». Valora que la entrega de alimentos y enseres continúen llegando después de un año sin freno. Ayuda para los civiles, los orfanatos, los soldados. «Me faltan palabras para agradecer la ayuda recibida», subraya.

En otro ámbito, Zelenski se ha ganado un lugar como héroe en esta batalla sin precedentes. Ruslana se siente muy orgullosa de su presidente. «Él arriesga mucho, le pueden matar en cualquier momento, podía esconderse, pero no se escapó, ha estado siempre con su pueblo».

«Zelenski podía esconderse, pero no se escapó, ha estado siempre con su pueblo»

También hace mención de una pareja de refugiados que llegaron a Córdoba desde Rusia. Cuenta que metieron una bandera ucraniana y la maleta, se arriesgaron a pasar el control ruso para embarcarse en el avión y se presentaron en el mercadillo solidario celebrado en la capital el pasado fin de semana vestidos de azul y amarillo. «Si los rusos hubieran visto la bandera les habrían matado seguro«, apunta.

Ahora sueña y piensa en el futuro, en cuando se acabe la guerra y puedan «escribir libros y publicar muchas películas basadas en hechos reales que ganarán Oscars«. No obstante, lo primero ahora es «que acabe, que nos dejen en paz, queremos nuestra vida».

¿Quieres ayudar a Ucrania desde Córdoba?

Puedes hacerlo acudiendo a Globo Planet (en la avenida Guerrita, 22) o contactando con la Asociación de Ucranianos en Córdoba a través de sus redes sociales en el grupo de Facebook Ucranianos en Córdoba (enlace) o por Instagram en el perfil @_ucranianoscordoba_.


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