B. SANTIAGO – INSITU DIARIO
Cada año, una lluvia de estrellas irrumpe la tranquilidad del firmamento que nuestra vista alcanza a observar. Se “dibuja” el cielo con destellos de luz que no pasan desapercibidos entre aquellos que observan con asombro el espectáculo que tiene lugar ante a sus ojos. Sin embargo, de entre todas las lluvias de estrellas que a día de hoy se conocen, solo una es considerada como “la más esperada del año”: la lluvia de las Perseidas.
En esta ocasión, Juan Gómez Villanueva, astrónomo y policía local, nos cuenta todos los detalles sobre la lluvia de meteoros más demandada a lo largo del verano, que ya se puede observar desde el 17 de julio hasta 24 de agosto. Posiblemente, este sea el motivo que la convierta en la más famosa de todas: “Es la única que se puede disfrutar en una época con un clima tan extremadamente agradable. Las noches de verano se prestan a su observación”, asegura Juan Gómez Villanueva.
Por otro lado, el color de las estelas también llama la atención: “Según sea el compuesto químico de la partícula, la combustión será de un color u otro: el verde es producto del magnesio, el amarillo del sodio, el azul del hierro y el rojo del oxígeno y el nitrógeno”, al igual que la facilidad para observar esta lluvia de meteoros que se presta simple y llanamente al “ojo desnudo, acostumbrado a la oscuridad”, tal y como garantiza este experimentado astrónomo.
En suma, por un motivo o por otro, las Perseidas consiguen cada año reunir a familiares y amigos para su observación, para disfrutar de su paso por el cielo, pero ¿cómo acaban por deslumbrar el firmamento que nos cubre? ¿Cuál es su origen? Lo cierto es que las Perseidas, también conocidas como “Lágrimas de San Lorenzo”, hacinan una larga trayectoria para coincidir con la órbita de nuestro planeta Tierra.
“El cuerpo progenitor de las Perseidas es el cometa 109P/Swift-Tuttle que, a su vez, se encuentra en la nube de Oort, casi a un año luz de distancia del Sol. Cuando dicho cometa se aproxima a nuestro Sistema Solar, debido al efecto físico de la sublimación, desprende gases, polvo y materiales rocosos, del tamaño de un granito de arena, que pasan a orbitar alrededor del Sol”, -explica Juan Gómez Villanueva- de forma que, “cuando la Tierra, en su órbita en torno al Sol, se cruza con uno de los anillos toroidales formados por el cometa, atrapa los fragmentos rocosos con su campo gravitatorio y estos comienzan a caer a diferentes velocidades en nuestra atmósfera, dejando una estela de colores vívidos muy llamativos y hermosísima”.
Así, Juan Gómez Villanueva aclara el fenómeno físico de esta lluvia de estrellas que tiene lugar cada verano, al margen de lo que la tradición popular cuenta sobre su origen: “Se dice que San Lorenzo fue quemado vivo y que las Perseidas son las lágrimas por el ajusticiamiento del santo, de ahí su otro nombre conocido”.
En definitiva, esta lluvia de meteoros ha causado sensación desde hace varios siglos y todavía, a día de hoy, continua emocionando. Por ello, para poder disfrutar y observar las estelas en su mayor esplendor, Juan Gómez Villanueva recomienda mirarlas “a partir del anochecer, entre las 22:00 y las 03:00 horas, aprovechando que entre el 10 y el 14 de agosto entramos en fase de cuarto menguante y la Luna no dificulta del todo la observación de las estrellas”.
Del mismo modo, este astrónomo sugiere el mejor lugar, en Córdoba, para disfrutar del paso de las Perseidas: “Una ciudad, debido a su contaminación lumínica, no es el lugar más apropiado. Afortunadamente, el Valle de los Pedroches es considerado ‘Reserva Starlight’”, un espacio natural protegido en el que el acceso de la luz de las estrellas es pleno.
Una vez dispuestos a ver la lluvia de meteoros más esperada del año, debemos saber dónde fijar nuestra mirada, aunque estas estrellas resplandezcan por todo el firmamento: “Recomiendo mirar hacia el norte u noroeste. En concreto, si somos capaces de ubicar la constelación de Casiopea, aquella formada por cinco estrellas con forma de “W”, encontraremos justo debajo a Perseo. Esta última es la constelación donde radian los meteoros, el área donde se produce la intersección de la órbita terrestre con el anillo de partículas”, señala Juan Gómez Villanueva.
Por el momento, y hasta que lleguen los días en los que las Perseidas brillen con mayor intensidad, Juan Gómez Villanueva anima a observar nuestra Vía Láctea con unos prismáticos, a dejarse llevar por la inmensidad del plano de la galaxia, para que nos maravillemos de todo lo que nos rodea y recibamos con mayor ímpetu el paso de las Perseidas por nuestro insignificante planeta.