Entre la campiña y la Subbética Cordobesa encontramos la villa de Castro del Río, desde aquí Fernando el Católico partió con sus tropas a la conquista de Granada. Según narran los cronistas, el mismísimo Miguel de Cervantes gestó el Quijote en Castro del Río.
A orillas del Guadajoz, se alza majestuoso su castillo entre las calles de cal y flores que dan entrada al Barrio de la Villa, lleno de casas blancas y calles angostas, embellecidas con pintorescos arcos en sus principales accesos, como son de Martos, el Agujero y Santo Cristo… Un lujo para el viajero que sin duda no olvidará.
La artesanía del olivo es sin duda otro de sus encantos, sin olvidar su inmejorable gastronomía con sus ya famosos platos de bacalao. Todo esto y mucho más hacen de este rincón de la campiña el mejor regalo para la vista y el paladar.