J. Peña
Muchos hemos seguido, tanto en la actualidad como en el pasado, distintos casos de desapariciones a través de los medios de comunicación. Por un lado, tenemos hechos cercanos a nosotros como los casos de las niñas de Alcásser, Marta del Castillo o Ruth y José Bretón, que marcaron épocas. Por otro, programas de ficción y documentales sobre la resolución de investigaciones policiales.
Al contrario de lo que podríamos pensar, los casos de desapariciones son escasos y muy limitados. Además, las primeras horas son cruciales en la labor de localización. La información recabada permite a los Cuerpos de Seguridad extraer conclusiones y adoptar medidas al respecto. Todo esto desde un punto de vista operativo, preventivo e incluso estratégico.
Podemos obtener esta información tan básica contactando con la Policía Nacional o consultando el Protocolo de Actuación de personas desaparecidas. Conocer las razones por las que una persona pudiera desaparecer de forma voluntaria, por ejemplo, podría ser de gran utilidad ante una situación extrema. Por eso hemos contactado con la Policía, para ayudaros a saber más sobre estas trágicas situaciones. Para poder hablar de desapariciones, primero hay que saber qué significa estar desaparecido. Para comenzar, existen discrepancias sobre algunos conceptos entre las Fuerzas de Seguridad y la RAE, por lo que compararemos ambas:
Según la RAE, el término desaparecido/a tiene dos acepciones:
-Dicho de una persona que se halla en paradero desconocido, sin que se sepa si vive.
-Muerto.
Sin embargo, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad entienden que la “persona desaparecida” es aquella de la que no se conoce su paradero y situación personal, independientemente de la situación de la misma. Para que se considere una desaparición no debe existir motivo o ser desconocido. También puede ser que se ignore su nueva residencia. Por esta razón, se da lugar a la búsqueda en interés de su propia seguridad y sobre la base del interés familiar o social.
Una vez sabemos qué significa que una persona esté desaparecida, debemos conocer qué factores son determinantes a la hora de emprender una investigación. Al contrario de lo que podemos pensar, la participación y colaboración ciudadana es crucial para averiguar los motivos detrás de la desaparición de una persona. Sin esto, se perdería información fundamental que aporta a localizar y conocer la situación y estado de la persona desaparecida. Además de esta participación ciudadana, se potencian las medidas de cooperación y colaboración entre cuerpos policiales e instituciones, tanto públicas como privadas.
Una forma de cooperación ciudadana es por medio de los medios de comunicación. No obstante, para la colaboración mediática y ciudadana se necesita el consentimiento expreso de la familia. Asimismo, para poder prestar declaración a los medios de comunicación en representación de los Cuerpos de Seguridad, es necesaria una autorización.


La intervención directa de las autoridades en los medios supone dos principales ventajas. Primero, evitar la intervención de interlocutores “no habilitados”; segundo, que no se tergiverse la realidad de los hechos. De esta forma se consigue que la opinión pública tenga datos oficiales y veraces. Así se consigue reducir las posibilidades de especular, no creando así desconcierto y alarma social entre la población.
Habiendo sido firmado por la familia dicho consentimiento, es la unidad policial quien tiene la decisión final sobre la publicación del caso en el ámbito público. Esto puede ocurrir por dos razones:
-A instancia de los propios responsables de la investigación policial o el dispositivo de búsqueda de las personas desaparecidas. Esto ocurre cuando se determina que el conocimiento de la opinión pública sobre ciertas cuestiones puede resultar ventajoso a la hora de demandar su colaboración. Esta medida debe establecerse de forma consensuada entre todos los implicados en la investigación.
-A solicitud y petición de los familiares y amigos de la persona desaparecida. Los familiares pueden pedir la interacción con medios de comunicación por parte de las Fuerzas de Seguridad competentes. Esto suele ocurrir con el fin de realizar comunicados o desmentir bulos.
No solo eso, sino que además deben de seguir un protocolo muy estricto. La primera medida a cumplir es que no se puede hacer difusión de una desaparición si no existe denuncia al respecto. La denuncia es el mecanismo con el que se da en conocimiento la desaparición de una persona. Las denuncias tienen dos estados: activa y cesada. Entendemos por “denuncia activa” cuando la investigación no ha sido cesada por no conocerse el paradero de la persona desaparecida. Por consiguiente, las denuncias cesadas son categorizadas de esta forma cuando se conoce la situación de la persona desaparecida.
La segunda medida es que no se puede emitir información sobre el resultado de una investigación de una persona desaparecida hasta que no se tenga la certeza absoluta de que la información es correcta. Esto se hace para evitar la malinformación de la opinión pública. Al igual que se busca prestar declaración en favor de reducir las posibilidades de desconcierto y alarma social, se pretende dar información con la mayor veracidad posible. Por ello, no se transmite dicha información hasta estar completamente seguros de que es cierta.


Ya conocemos con todo detalle qué podemos hacer para colaborar con las Fuerzas de Seguridad y de qué forma ellos pueden pedirnos ayuda a nosotros, los ciudadanos, durante un caso de desaparición. Ahora es el momento de aprender sobre el protocolo que siguen desde la recepción de la denuncia hasta la resolución del caso.
Para empezar y como hemos comentado antes, todos los supuestos en los que tenga lugar la desaparición de una persona se requiere la presentación de una denuncia ante las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. La denuncia será interpuesta siempre, independientemente de la causa que haya provocado la desaparición, ya sea de naturaleza delictiva o no. Por ámbito delictivo entendemos secuestros, víctimas de redes criminales organizadas, adhesión a una secta y otros causantes de la desaparición.
Es importante saber también que la interposición de la denuncia ante la desaparición de una persona puede ser realizada por cualquier persona que venga legitimada para ejercitar este derecho. Esto incluye allegados, familiares, parejas de hecho, vecinos e incluso conocidos. Al interponerse una denuncia por desaparición, esta se incorpora de forma inmediata a la Base de Datos de Personas Desaparecidas y Cadáveres sin Identificar (PDyRH). Cuando dicha denuncia es recibida, se valorarán los indicadores de riesgo, que determinen el carácter forzoso o involuntario de la desaparición, o si pudiera existir un riesgo para la vida o integridad física del desaparecido.
Ya interpuesta la denuncia sobre una persona desaparecida, la Unidad que conoce los hechos objeto de esta recabará todos los datos necesarios del denunciante. Al haberse verificado los mismos se procederá a realizar las gestiones básicas. Se agotan todas averiguaciones iniciales establecidas en el presente protocolo, determinando si existen o no indicios de criminalidad. En el supuesto de que en las primeras investigaciones se observe que no existen indicios de criminalidad, la Unidad Policial competente de la denuncia se hará cargo de las investigaciones durante las primeras 48 horas.
Pasado este plazo, tras no haber obtenido resultados positivos sobre la localización de la persona desaparecida, se dará traslado de la información generada tras las primeras actuaciones realizadas a la Unidad de Policía Judicial correspondiente. Esta será la responsable de las investigaciones, siendo la encargada de realizar todas las gestiones que se consideren necesarias para el esclarecimiento de los hechos y la localización de la persona desaparecida.
Al haber transcurrido el primer año desde que la desaparición haya tenido lugar, se efectuarán actuaciones y revisión del caso, como mínimo, de forma semestral. Tras el hallazgo de un cadáver o restos humanos, se compara el informe post mortem con los datos de la desaparición o el ADN del desaparecido recogido ante mortem (como un cepillo de dientes). Si estos datos resultan concluyentes, se da por concluido el caso. El caso no prescribe hasta pasados 110 años después de la desaparición del individuo.


Tras dar a conocer el protocolo general ante los casos de desapariciones, la Policía Nacional nos revela las situaciones más comunes de desaparición, su clasificación y sus principales causas.
En primer lugar, las situaciones más comunes se pueden dividir en:
–Menores.
–Desaparecidos en circunstancias sospechosas y que por las que se pueda temer por su integridad física o moral.
-Que hayan podido ser víctimas de un accidente.
-Personas que no pueden valerse por sí mismas en razón de su situación física, mental o de pobreza.
-Que el individuo haya desaparecido presuntamente para eludir su responsabilidad de manutención.
-Miembros de la familia legítima o natural cuyo contacto o paradero haya sido perdido.
Estas desapariciones son clasificadas en tres categorías: desaparición voluntaria, involuntaria y forzosa. Cada una de las categorías presenta causas diferentes, pese a que algunas pueden compartir causas comunes. Para poder entender estas categorías, los Cuerpos de Seguridad nos revelan las diferencias entre ellas y algunos apuntes.
Desaparición voluntaria. Son desapariciones intencionadas. Por ejemplo, la fuga de mayores de edad de residencias, menores huyendo de sus casas o MENAS buscando mejores condiciones. Para que sea considerada voluntaria, la persona debe tener plena capacidad jurídica y de obrar.
Desaparición involuntaria. Desaparición sin causa aparente. La búsqueda viene generada por razones de su propia seguridad o ante la demanda de familiares o allegados. Suele ocurrir en personas con dispacidad, trastornos mentales o deteriores cognitivos, entre otros. Además, entran en esta categoría las personas desaparecidas por accidentes o catástrofes provocadas por causas naturales o derivadas de la acción humana (accidental o intencionado).
Desaparición forzosa. En esta categoría entran desapariciones que han ocurrido de forma obligada. Algunos ejemplos son personas expulsadas de su hogar, menores sustraidos por los padres o desapariciones de personas en un entorno o ámbito delictivo.


Ahora que ya sabemos las diferencias entre los tipos de desapariciones, damos a conocer las principales causas de cada una de ellas. Lo más preocupante es que, según nos cuentan, algunas de las causas pueden desembocar en comportamientos suicidas. Por tanto, esta información es crucial de cara a una futura investigación.
Desaparición voluntaria
–Cambio de comportamiento. Los cambios de comportamiento pueden revelar la presencia de problemas subyacentes que podrían conllevar la desaparición de la persona.
–Violencia doméstica. La presencia de conductas violentas, ya sean presenciadas o sufridas por parte del desaparecido, pueden llegar a crear estados de ánimo y situaciones que provoquen la huida de la persona.
–Problemas en el ámbito escolar (bullying, etc.). En el caso de los menores de edad, el acoso escolar puede provocar posiciones de aislamiento frente al grupo. Dicho acoso puede causar que el menor adopte decisiones que resulten en la ausencia o huida deliberada.
–Racismo/xenofobia y otras causas de discriminación. Al igual que el anterior, comportamientos de carácter discriminatorio de forma prolongada pueden derivar en estados anímicos que afecten a la autoestima de la persona. Pese a que esta es una situación presente también en adultos, puede conllevar también a una huida.
–Problemas culturales/lingüísticos. El estigma asociado a las comunidades minoritarias se considera un catalizador de la conducta que puede generar desapariciones, siendo esta otra causa de aislamiento social.
– Conflictos y problemas en el entorno familiar. La existencia de conductas relacionadas con estilos de inestabilidad o inseguridad personal (celos, control sobre la pareja, etc.) en el entorno familiar son elementos cruciales que pueden resultar en la huida de la persona.
–Adicciones (consumo de alcohol y drogas, etc.). Se correlaciona científicamente conductas de consumo y abuso de alcohol y drogas con el deterioro de salud mental, desarrollando comportamientos de riesgo y desapariciones.
-Búsqueda de un estilo de vida estimulante. El hecho de que una persona no esté satisfecha con el estilo de vida en el que se encuentra integrada, puede derivar en búsqueda de nuevas emociones, situaciones o dinámicas sociales estimulantes. De esta forma, la única manera de conseguir vivir estas experiencias sería la ausencia del entorno habitual en el que se desarrolla su vida.
-Presión de los “pares de iguales”. La influencia directa de personas con cierto grado de autoridad puede llegar a generar una motivación e intención de cambiar sus actitudes, valores o comportamientos. Esto es más habitual en menores, los cuales buscan integrarse en un grupo y adoptar sus normas. La falta de autonomía de un menor se relaciona con la probabilidad de que ceda ante la presión grupal de los pares.
-Bajo nivel económico familiar. La ausencia de ingresos y recursos suficientes en el entorno familiar puede generar altos niveles de estrés familiar que acabe trasladándose a todos los miembros que lo componen. Esto puede influir en la decisión de huir de dicho ambiente.
–Ludopatía o juego patológico. Algunas de las características de riesgo que rodean el hecho del juego patológico están relacionadas con la pérdida de control, la dependencia, y la interferencia de estas prácticas en la vida cotidiana y en las relaciones personales del individuo, buscando desligarse del entorno en el que se desarrolla su vida.
–Problemas ante la aceptación del nuevo núcleo familiar. La ruptura del núcleo familiar puede generar discrepancias con los valores presentes en el mismo. Este aspecto puede provocar, por tanto, estados de ánimo que influyan en el proceso de toma de decisiones de la persona, y que desencadenen en la ausencia de esta.
–Víctima de abuso (físico, sexual, psíquico, etc.). El hecho de que la persona haya sido objeto de abusos de cualquier tipo hace que estos hechos determinen la situación emocional de la persona, generando altos niveles de estrés y provocando estados de ánimo y decisiones que sean la base de su ausencia y desaparición.
-Baja capacidad de interrelacionarse con los “iguales”. La carencia de componentes cognoscitivos, afectivos y conductuales de afrontamiento de las circunstancias ante las relaciones sociales e interpersonales que mantenga, repercute en su estado anímico y crea pensamientos de fuga.
-Sufrir periodos de duelo. La pérdida de un ser querido conlleva un proceso (psicológico) de adaptación emocional, lo que repercute también en la esfera fisiológica y de relaciones sociales. Puede implicar la adopción de decisiones que conlleven la desaparición de la persona implicada con el ánimo de evadirse del ámbito que le recuerda a vivencias y recuerdos del ser querido.
–Problemas de rechazo relacionados con la orientación sexual u características personales o físicas. Existen problemas sustanciales con los núcleos sociales en los que los integrantes rechazan a la persona por motivos de orientación sexual (gay, lesbiana, bisexual, transgénero, intersexual, etc.), lo que provoca la ausencia de esta.
-Problemas económicos o de financiación. La existencia de problemas económicos en el entorno del individuo se relaciona con el aumento de la posibilidad de desarrollar comportamientos disfuncionales. Además, puede conllevar a la huida o desaparición de la persona implicada con el ánimo de evadirse de la situación económica problemática que soporta.
-Menor sujeto a planes o programas de protección infantil dispensados por los Servicios Sociales generales o especializados. El hecho de que un menor de edad esté incurso en un programa de protección social (con vinculación completa o parcial), puede ser relevante para el riesgo y la razón de la desaparición.


Desaparición involuntaria
-Inicio de nuevas amistades o relaciones íntimas recientemente. Esto puede estar relacionado con la desaparición de una persona. Habitualmente, nos referimos a estas como relaciones a través de Internet, que suelen ser inadecuadas.
–Salud mental. La incidencia de trastornos como el de déficit de atención (TDA), demencia, Alzheimer, depresión o ansiedad. La naturaleza y la gravedad de la enfermedad deberán evaluarse en cuanto a su impacto sobre la vulnerabilidad y la capacidad de adaptación del individuo ante nuevas situaciones, y especialmente en entornos que son desconocidos.
-Adicciones (consumo/abuso de alcohol y drogas, etc.). La evidencia científica relaciona conductas de consumo y abuso de alcohol y drogas con el deterioro de la salud mental y el desarrollo de comportamientos de riesgo, viéndose afectada la capacidad volitiva e intelectiva del individuo y provocando así el aumento de la probabilidad de sufrir un accidente, desorientarse o perderse.
–Desarrollo de actividades sin conocimiento del terreno, sin supervisión profesional o apoyo de expertos, o ante condiciones climatológicas adversas. Estos comportamientos aumentan la probabilidad de sufrir un accidente, verse sorprendido por una catástrofe natural o perder el contacto con los familiares o personas de su entorno.
–Estilo de vida nómada o ajetreada. La presencia de un estilo de vida basado en comportamientos efímeros se considera un factor esencial a considerar en algunas situaciones de desaparición. en las que la comunicación entre el denunciante y la persona desaparecida es nula o no se produce de forma habitual.


Desaparición forzosa
–Interés particular e inapropiado de la persona que denuncia la desaparición. Puede suceder que quien denuncia haya sido la propia persona que haya causado la desaparición que está denunciando (actos de violencia de género, etc.). Por lo tanto, es importante considerar si existen motivos concretos a considerar en la investigación sobre la persona que está interponiendo la denuncia o si puede tener algún tipo de participación en la comisión de un delito. ya que, si esto es así, podrían existir razones para desviar el interés sobre ellos, obstaculizar la búsqueda y la investigación o difundir información falsa para inducir a error.
–Inicio de nuevas amistades o relaciones íntimas recientemente. Esto puede ser la causa e influencia de una desaparición, especialmente si la relación es inadecuada o se mantiene en base a vinculaciones ilícitas. De esta forma, si la desaparición es inexplicable, se debe considerar cuidadosamente si existe o no una influencia indebida sobre la persona.
-Comportamiento antisocial. La implicación en comportamientos antisociales y/o delictivos se considera un indicador que aumenta la probabilidad de que alguien desaparezca por la acción de terceros. Algunos supuestos hacen referencia a la participación en organizaciones criminales, vinculación con el tráfico de drogas, entre otras.
–La falta de confianza en las instituciones (Juzgados, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, etc….) encargadas de dirimir los conflictos entre la pareja/matrimonio. Esta particularidad puede conllevar que uno de los progenitores tome decisiones que conlleven a adoptar acciones cuyos objetivos es sustraerse a la justicia y a los cauces y procedimientos legales, y para ello sustraiga al menor.
–Matrimonios o parejas mixtas, cuyos componentes proceden de diferentes entornos culturales y religiosos. Problemas de salud mental (alzhéimer, etc.) o de carácter emocional en personas del entorno o que puedan entablar una relación con la persona: la incidencia de trastornos de esta naturaleza puede preceder y constituir factores esenciales a considerar en la desaparición forzosa de una persona.
-Deudas económicas o de naturaleza patrimonial. La existencia de deudas económicas o patrimoniales del individuo con otras personas o diferentes colectivos puede influir en el hecho de que una persona desaparezca de manera forzosa por la acción intencionada de terceros.
–Estilo de vida (“o apariencia de”) de persona con alto poder adquisitivo. el desarrollo de un estilo de vida caracterizado por circunstancias que se relacionen con una persona de alto estatus influye en la posibilidad de ser objeto de acciones ilegales que conlleven la desaparición de una persona.


Para terminar y no dejar con mal cuerpo a ningún lector o lectora, queremos arrojar un halo de esperanza sobre vosotros. Hemos investigado en el Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES), institución del Gobierno del Interior, para informarnos sobre el porcentaje de denuncias activas y cesadas. Por eso traemos un gráfico sobre el estado de las denuncias en España desde antes de 2010 hasta 2018, seguido de un extracto del informe de 2019.


Según la información registrada en la base de datos PDyRH, en 2018 se encontraban 12.330 denuncias activas sobre personas desaparecidas en España. Así pues, se han cesado un total de 163.733 casos de personas desaparecidas. En 2018 se alcanzan el 93% del total registradas por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
Es decir, de las 176.063, se aprecia que solo el 7% se encuentran activas. En el último informe que data en 2019, en la base de datos PDyRH se encuentran registradas un total de 202.529 denuncias por desapariciones de personas. Según los datos proporcionados por el CNDES, del conjunto de estas denuncias, se encuentran a fecha 31 de diciembre de 2019 en situación de activas, 5.529 denuncias, lo que supone el 2,73% del total de denuncias registradas.
En relación con la duración de las desapariciones, la muestra del año 2019 indica que el 64% de las desapariciones se cesan dentro de una semana después de presentada la denuncia; un 74% en dos semanas; un 82% en un mes; y el 8% se prolongan más de seis meses. Finalmente, sobre la muestra estudiada, únicamente el 1,54% de las desapariciones cesadas tienen un fatal desenlace. Este desenlace puede ser causado bien por muerte natural, accidente, autolisis, u otra causa violenta.
Como podemos apreciar, este último año España ha registrado un éxito de casi el 98% en relación a los casos de desapariciones, reduciendo a más del triple el porcentaje de denuncias activas con respecto a 2018. Es por eso que, conociendo ya toda la información pertinente, debemos de poner de nuestra parte para que los números de casos sigan disminuyendo y el índice de éxito, aumentando. Está en nuestras manos colaborar, porque juntos, podemos con todo.