Claveles rojos y pasodobles para Manolete en el 73º aniversario de su muerte

Aficionados al toreo, familiares del diestro y representantes de la política local cumplieron con la tradición en el Cementerio de La Salud

B. SANTIAGO – INSITU DIARIO

Hoy se cumplen 73 años de la estocada que le costó la vida a este insigne cordobés. Por ello, se le ha rendido un homenaje floral en el Cementerio de Nuestra Señora de la Salud, donde reposa junto a su madre, Doña Angustias. A este acto sencillo y emotivo han asistido aficionados del toreo, familiares del propio Manolete y representantes políticos de la ciudad, al igual que de Cecosam y de la Fundación Toro de Lidia.

La ofrenda floral, organizada desde hace 30 años por el fotógrafo Ladislao Rodríguez -conocido popularmente como Ladis-, presidente de La Montera, ha comenzado a las 11:00 horas cuando Salvador Romero, empresario y apasionado de la fotografía y el mundo taurino, ha pronunciado su discurso en honor al diestro. Romero ha reconocido la importancia de Doña Angustias, sin la que el acto no tendría cavidad hoy en día. Se trata de la primera vez en 30 años que se ha nombrado a la madre de Manolete en su homenaje, rompiendo así con el tópico de que «el mundo del toreo es machista», según ha subrayado el empresario.

Para cerrar el acto, Ladis ha presentado a una clopista que, con gran sentimiento, ha interpretado ‘Capote de grana y oro’ bajo la admiración de los allí presentes, que se atrevían tímidamente a seguir la letra del famoso pasodoble. El homenaje floral ha llegado a su fin cuando todos los asistentes han lanzado sus claveles rojos a la tumba de «El Monstruo» en señal de su amor y respeto por la figura del torero que, sin duda, procuran mantener viva a pesar del paso de los años.

Islero, el monstruo que acabó con ‘El Monstruo’

«Manolete ya se ha muerto. Muerto está que yo lo vi» (K-Hito, 1947). Hace ya 73 años de aquella fatídica tarde de agosto en el Coso Santa Margarita de Linares. El torero cordobés Manuel Rodríguez Sánchez, «Manolete», que tantas veces habría desafiado a la muerte en una plaza, fue envestido por el Miura Islero ante el asombro y la consternación de los aficionados a la Fiesta Nacional, que asistieron, sin saberlo, a la última corrida de «El Monstruo».

El 29 de agosto de 1947 la muerte se presentó a deshora para acabar con la vida del icónico matador cordobés, que ha pasado a la historia como uno de los mejores de todos los tiempos. Genio inmortal, ha sido y sigue siendo admirado por generaciones que mantienen viva su figura por todo el mundo, y que ahora le rinden homenaje recordando el día que pereció entre los suspiros de la España de posguerra. Las horas, que trascurrieron desde la cornada en el ruedo hasta su muerte de madrugada en el hospital de la ciudad, se vivieron intensamente en un país que se acostó con la noticia de su cogida y se levantó con la nueva de su fallecimiento.

A pesar de haber anunciado su retirada del mundo taurino un mes antes de su muerte, según cuentan las malas lenguas, instigado por Lupe Sino, Manolete siempre mantuvo el nivel que los más aficionados más exigentes le pedían: sobriedad y audacia con la muleta y el estoque. Dicen que en su última corrida en Linares, junto a Luis Miguel Dominguín y Gitanillo de Triana, marcó mucho el volapié y el estoque se hundió lentamente al mismo tiempo que el pitón en su muslo derecho. «Conforme le iba entrando el cuerno, él remataba lentamente al Islero con una estocada», aseguró Lagartijo años después de la muerte de Manolete.