REDACCIÓN – INSITU DIARIO
En cuanto llegó el confinamiento, supimos que el sector del pequeño comercio continuaría abierto para poder abastecernos y seguir prestando sus servicios. Desde ese momento, estos empresarios no han dejado de vivir los cambios que han acontecido a este mundo. Hoy, un trabajador de la industria cárnica cuenta a Insitu Diario cómo es el día a día de una carnicería durante el estado de alarma.
Después de más de 20 años al frente de su pequeño negocio, Francisco Monje «Chico», carnicero de profesión, apunta que este sector ha pasado por muchas experiencias diferentes, pero nunca como las que está viviendo ahora. Este cordobés de 53 años, cuyo negocio se encuentra en el Parque Figueroa, comenta que la primera semana de encierro la gente se lanzó a los comercios día tras día como loca a surtir sus hogares y a desabastecer los negocios. «La primera semana fue de locos, era imposible parar. Las jornadas eran de 12 horas y la tienda nunca se vaciaba. Arrasaron con todo el género«, señala el carnicero.
Largas colas de personas guardando distancia, mascarillas, guantes, entrada de uno en uno y con un máximo de dos clientes en el interior, son las imágenes que ha estado viendo Francisco. «A partir de la segunda semana la cosa se relajó un poco. La gente pasó de comprar diariamente a comprar semanalmente. No dejaban de hacer encargos por miedo al agotamiento de existencias», expresa el cordobés sorprendido.
En cuestión de ventas, y aunque se han encarecido un poco los precios a nivel nacional, el pollo sigue siendo el líder en su negocio, seguido por el cerdo y los elaborados. Cabe decir que una de las principales consecuencias del confinamiento es la ausencia de pedidos por parte de los bares, ya que al estar cerrados han suspendido por completo sus encargos a este sector.
En relación a las medidas de seguridad, que se han establecido durante lo que llevamos de pandemia, el cordobés añade que, en cuestión de higiene, son las mismas de siempre: desinfección exhaustiva e inspección de bacterias y gérmenes por parte de una empresa externa. Y en cuestión de seguridad, además de las medidas generales, como iniciativa propia, esta empresa del Parque Figueroa ha comenzado a servir pedidos a domicilio a personas mayores, sin coste de reparto. «Son la gente del barrio, la que ha venido a comprar toda la vida al pequeño comercio y nos ha hecho crecer. Todas las facilidades para ellos son pocas«, añade Chico.
Y si hablamos de proveedores, la nueva versión de facturas vía email en sustitución al papel es la nueva estrategia de protocolo adherida a los trabajos diarios.
Monje concluye deseando regresar a la normalidad dentro de lo posible para poder volver a dar ese trato cercano y sin distancia a sus vecinos. Un trato que solo los pequeños comercios saben dar.

