Pancho Gamero, cartógrafo: «Las mayores bolsas de agua subterráneas están bajo Las Tendillas y El Tablero»

El conocido ingeniero agrónomono revela las leyendas acuáticas ocultas bajo Córdoba

B. SANTIAGO – INSITU DIARIO

Córdoba es una ciudad llena de misterios. Esconde tras de sí numerosas historias por la antigüedad que le precede y se enriquece de las diferentes culturas que años antes sustentaron la metrópoli. Pancho Gamero, ingeniero agrónomo con tesis doctoral en ‘Cartografía, morfología y estructura de las antiguas conducciones de abastecimiento de aguas a la ciudad de Córdoba’, es un gran conocedor de todo el mundo que subyace en las entrañas de la ciudad cordobesa.

Bajo nuestras calles, por las que día a día paseamos, se esconde toda una inmensa galería de aguas subterráneas conectadas entre sí, tan extensas y de tales dimensiones como la ciudad misma. En las profundidades sobrevive la llamada Córdoba subterránea, reflejo de la propia evolución de la capital, que junto con ella ha crecido y que aún a día de hoy sigue abasteciendo a todos los cordobeses.

_¿Cómo se le ocurrió cartografiar el agua de la ciudad?

_Siempre quise estudiar ingeniería, pero entonces no la había en mi ciudad natal, Badajoz, por lo que me desplacé a Córdoba para cursar el grado de Ingeniero Agrónomo, tras el que decidí hacer el doctorado. Al tiempo de estar aquí, me fijé en que en la ciudad corrían aguas aparentemente limpias por redes de aguas residuales. A partir de ahí se me ocurrió la idea de cartografiar las redes que distribuían el agua de los manantiales, o comúnmente denominados veneros, en la ciudad de Córdoba.

_¿De dónde nace su pasión por el mundo subterráneo y concretamente por el que esconde Córdoba?

_Cuando tu intención es buscar el origen de los manantiales, no te queda otra que adentrarte en el subsuelo, a varios metros de profundidad de la superficie. Indagas en pozos, galerías o minas, como las que se encuentran por las zonas de El Tablero o al pie de la sierra. Allí se ubican galerías subterráneas de gran interés, al igual que en la calle de la Feria. En definitiva, el estudio de las aguas te lleva al subsuelo, y de ahí nace mi gran interés, precisamente, por lo que se esconde bajo Córdoba.

«Si uno quiere hacer un recorrido turístico subterráneo debe de conocer muy bien la red y seguirla por sus calles altas para descubrir de dónde proviene el agua con el fin de crear distintos circuitos»

_¿Se atrevería trazar un recorrido turístico subterráneo?

_Por supuesto. Podría diseñar varios recorridos turísticos físicos, pero creo que lo difícil y más importante en este caso sería saber diseñar el discurso narrativo que lo acompaña, el discurso que se mantiene con el turista o con el propio ciudadano cordobés. No basta con presentar el estilo artístico o el material del que está hecha, por ejemplo, la fuente de San Andrés. El elemento principal no es el material sino el agua. Saber explicar qué agua salía por los caños, de dónde venía, el uso que se le daba y el esfuerzo que debió de hacerse para traer el agua hasta ahí, ¡eso es realmente lo importante!

Si uno quiere hacer un recorrido turístico subterráneo debe de conocer muy bien la red y seguirla por sus calles altas para descubrir de dónde proviene el agua con el fin de crear distintos circuitos que otra persona sin previos conocimientos pueda lograr entender. Por tanto, el trabajo arduo radica en el desarrollo narrativo con sentido lógico, y no en sí en el trayecto turístico.

_¿Cuál es la bolsa de agua subterránea más grande de la ciudad?

_Esa es una pregunta difícil de responder. En su día se hicieron estudios de bolsas de agua en las zonas de la sierra y El Tablero, donde se encuentran dos antiguos pozos que suelen pasar desapercibidos pero desde los que se extrae agua y se lleva hasta la ciudad. Estas son las conocidas «Aguas de El Tablero«. Ahí, por tanto, se ubica una importante bolsa de agua.

Por otro lado, si nos adentramos en la ciudad, en la Plaza de las Tendillas, y realizamos un sondeo, podremos encontrar una gran bolsa de agua, de modo que yo orientaría la investigación de las grandes bolsas de agua subterránea a esa plaza.

_¿Cómo han evolucionado las aguas subterráneas de Córdoba?

_El ser humano se ubica en el espacio natural y lo urbaniza. Con el paso de los años hemos ido cambiando nuestro entorno. Los caudales de agua que afloraban naturalmente han crecido junto con las ciudades para cubrir su necesidad de abastecer a todos los ciudadanos. Hay veces que cuando estudiamos el terreno encontramos mucha agua en un territorio, lo que hace que la demanda de agua de la ciudad crezca. La solución a todo esto es la creación de minas de castación para aumentar el aforo del caudal lo máximo posible. Esta es la historia de la evolución del agua junto con la evolución de las ciudades con el paso de los años.

«Lo bonito de la pasión está en el camino. Cuando descubres algo nuevo, una estructura oculta en el tiempo o a mucha profundidad y que nadie esperaba encontrarse allí»

_¿Qué hay de cierto en las leyendas de las Casas del agua y la laguna subterránea que se oculta bajo la Plaza de las Tendillas?

_Todas las leyendas tienen un punto de verdad, aunque sea ínfimo. Todas deben ser investigadas y debe ser descubierto lo cierto que hay tras ellas. Al pasar el tiempo, la información se va haciendo cada vez más difusa, por eso, en estos casos, al investigador se le presenta el reto de destapar la verdad de dos formas. Por un lado, está el trabajo documental y, por otro, el trabajo de campo. Este último implica ir puerta por puerta a preguntar a los vecinos sobre lo que saben o creen saber. Por ello, hay que tener mucho tiempo y paciencia para realizar las entrevistas de campo que son muy laboriosas pero importantes. Junto con este trabajo, se deben analizar otros parámetros como la acción de la mano del hombre y el propio efecto natural y, de esta forma, se puede llegar a saber lo que hay de cierto en una leyenda.

_¿Qué es lo que más le apasiona de su trabajo?

_Siempre he dicho que lo que apasiona de un trabajo de investigación es el tránsito, el camino para llegar a culminarlo, aunque realmente nunca se termine. Lo bonito de la pasión está en el camino. Cuando descubres algo nuevo, una estructura oculta en el tiempo o a mucha profundidad y que nadie esperaba encontrarse allí, ¡te da un subidón de ilusión tremendo! Cada descubrimiento te aporta algo, crea una emoción especial.