REDACCIÓN – INSITU DIARIO
Enfrentarse a un diagnóstico de cáncer es una de las experiencias más temidas en la vida. Esta enfermedad, que afecta a miles de familias en nuestro país, no deja de ganar batallas a aquellos que luchan sin cesar. Sin embargo, no toda pelea es en vano; hay todavía algunos valientes que enfrentan la enfermedad de cara y consiguen ir venciendo poco a poco. Antonio y Natalia Duque, padre e hija, cuentan a Insitu Diario cómo es vivir la enfermedad de cerca durante la pandemia del coronavirus
Con dos diagnósticos de cánceres diferentes, un linfoma hace cuatro años y un tumor en el colon con lesiones en el hígado y pronóstico grave hace tres meses, Antonio se ha sometido a diferentes tratamientos de quimioterapia en vena y de ensayos clínicos con pastillas, que a día de hoy sigue tomando; pero nunca ha vivido situaciones críticas como las que le ha tocado sufrir durante el estado de alarma.
Parte de la quimioterapia que este vecino del barrio de San Lorenzo recibe, puede aplicarse desde casa -ya que tiene un dispositivo port-a-cath implantado- mediante un infusor. Este aparato, que tiene un mecanismo parecido al de un gotero, debe ser aplicado y retirado por personal sanitario en no más de 48 horas. En pleno estado de confinamiento, y después de haber sido visitado por el personal médico para la colocación del infusor, Antonio señala que ningún organismo sanitario atendía las llamadas de teléfono que hizo para que, desde algún centro médico, enviasen a su casa a algún enfermero que le retirase el tratamiento. Desde el 061, que respondieron a las ocho horas, lamentaron comunicarle que no podía ir nadie a retirarle el aparato ya que el servicio estaba colapsado. Fue su hija mayor la que de manera urgente, llamó a Los Ángeles de la Noche, teniendo que pagar de su bolsillo el servicio, para que fueran a quitarle el tratamiento.
El cordobés de 73 años afirma que la única institución que le ha facilitado la vida a día de hoy, ha sido la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), que le ha proporcionado un andador y una psicóloga. Por parte de los organismos públicos no ha recibido ninguna ayuda, salvo una enfermera que iba a su casa a hacerle analíticas de vez en cuando; sin embargo, quiere añadir, que la labor del personal sanitario público es inmejorable y entregada. «Casi no tienen EPI’s, ni medios, ni personal; pero tienen mucha humanidad y vocación», comenta el afectado.


Los medicamentos que toma Antonio para paliar los desagradables efectos de la quimioterapia, de alto coste y corta duración, son también otro gasto extra en su economía. Apunta que en su opinión debieran ser total o parcialmente subvencionados por la Seguridad Social.
Por su parte, Natalia, hija menor de Antonio y que convive con él, comenta que las medidas de higiene en su casa en estos momentos son exhaustivas, desde cambiarse en el pasillo al llegar de la calle, poner la ropa a lavar y ducharse inmediatamente, a dejar los zapatos fuera de la casa, ya que su madre, ex-afectada de cáncer cerebral, terminó hace poco su tratamiento de radioterapia y, al estar debilitada, podría afectarle mucho más el hecho de contraer el virus.
La joven asegura que los primeros días del confinamiento, toda la familia estaba llena de desconocimiento. En principio pensaron que el tratamiento de quimioterapia podría ser recibido en casa. «Pensábamos que quizás trasladarían a algún enfermero a casa para evitar que las personas inmunodeprimidas saliesen a la calle a recibir el tratamiento, pero imagino que es un gasto que el Gobierno no se ha podido permitir», señala Natalia.
En cuanto a cambios a la hora de la asistencia sanitaria en el hospital, esta cordobesa ha notado que en las salas de tratamiento se ha prohibido todo acompañamiento de familiares, que con anterioridad sí se permitía.
Concluyen la entrevista con la esperanza de una próxima garantía de compra y realización de tests de Covid-19 en España y piden a los organismos competentes que no se olviden de las personas más vulnerables.