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Horror y odio: Una genealogía del antisemitismo

Un 27 de enero, el Ejército Rojo accedió al campo de exterminio de Auschwitz. Sebastián de la Obra, de la Casa de Sefarad de Córdoba, mantiene viva la memoria del Holocausto: "No lo conseguiste, aquí estamos"

Sebastián de la Obra cuenta sobre el horror y el odio antes y después del Holocausto, una genealogía del antisemitismo
Sebastián de la Obra cuenta sobre el horror y el odio antes y después del Holocausto, una genealogía del antisemitismo

Un 27 de enero de 1945 especialmente frío, soldados de infantería del Ejército Rojo hallaron con una verja en la que se podía leer Arbeit Macht Frei, «el trabajo os hará libres». El ingreso daba paso al mayor campo de exterminio nazi en Polonia, el Auschwitz. Aquella fecha quedó inmortalizada como el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. El historiador y director de la Casa de Sefarad de Córdoba, Sebastián de la Obra, recorre los horrores y explora el odio antes del Holocausto a través de una genealogía del antisemitismo, una ideología antihumanista.

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Un 27 de enero de 1945, las tropas soviéticas entraron por primera vez en un campo de concentración y exterminio de la Alemania nazi en los territorios polacos ocupados durante la Segunda Guerra Mundial. Lo hicieron en el más importante y más conocido, en el de Auschwitz.

La liberación de Auschwitz, convertido en sinónimo del Holocausto, es entendida por la ONU como el Día de la Memoria del Holocausto y la lucha contra los crímenes de la Humanidad. «La liberación de ese campo es un término casi poético porque quedaban muy pocos supervivientes», apunta el historiador.

Aquel 27 de enero tan solo quedaban 2.819 prisioneros en Auschwitz. Sin embargo, los restos que encontraron los soldados eran mucho mayores. Unos 370.000 trajes masculinos, 837.000 vestidos de mujer, 44.000 pares de zapatos y casi ocho toneladas de cabello humano.

Vista aérea del campo de exterminio de Auschwitz. Foto: Cordon Press

Todo ello por una ideología que «llevamos 2.000 años construyéndola» llamada antisemitismo. Para el bibliotecario es «antihumanismo absoluto, es el reconocimiento de nuestros errores, de nuestros fracasos y de nuestros crímenes a lo largo de los últimos 2000 años».

Lo ocurrido en Polonia ha pasado a la historia, sin embargo, la matanza y persecución de los judíos en Ucrania «han pasado desapercibidas en la historia de Europa», una barbarie «muy desconocida», explica de la Obra. Veinte años antes del Holocausto, una serie de poblaciones de Ucrania acumulan «el mayor número de matanzas de judíos antes del desarrollo del Holocausto».

«Ucrania acumula el mayor número de matanzas de judíos antes del Holocausto»

Recordar aquellos crímenes es importarte para la Casa de Sefarad, considerada una «casa de la memoria» para su director. «Podemos escapar del frío y resguardarnos, pero no podemos escapar ni debemos de la memoria». El historiador explica que «la memoria es un artefacto que la naturaleza nos ha dado, es la imposibilidad de volver a repetir algo. Cuando pierdes la memoria, pierdes lo que sucedió y, si pierdes lo que sucedió, se puede volver a repetir».

«Si pierdes la memoria, se puede volver a repetir»

La humanidad es «muy débil por la amnesia, por esa enfermedad mental que es perder la memoria». De la Obra asegura que no existe peligro en los momentos de desarrollo económico y de bienestar, sin embargo, cuando hay crisis sociales, políticas, culturales y socioeconómicas son los momentos más peligrosos. Por ello, «hay que estar muy atentos. Hay que vivir, pero hay que vivir alerta».

¿Día de luto o de júbilo?

Un día de duelo y también de júbilo. En primer lugar, el historiador explica que «la magnitud del Holocausto no tiene parangón en la historia«. Asimismo, añade que las numerosas muertes no fueron por un guerra, murieron porque «habían nacido simplemente, no había ninguna excusa. El haber nacido era motivo suficiente». Desde este punto de vista, en el que millones de personas murieron en un «enorme y gran matadero» es conmemorar la memoria del Holocausto como un día de luto.

Prisioneros del campo de concentración de Auschwitz en el hospital. Foto: Cordon Press

Por otro lado, es un día de júbilo porque «no lo consiguieron». En este sentido, de la Obra recuerda Purim, una festividad judía que conmemora la salvación del pueblo judío de Amán, el primer ministro del Imperio aqueménida que planeaba matar a todos los judíos de Persia, como se relata en el Libro de Ester. Esta joven, Ester, que era una judía oculta, consiguió convencer al rey Asuero y así evitó el exterminio judío.

Con este acontecimiento, el historiador interpreta lo ocurrido hace 2.500 años con lo acaecido en los campos de concentración. «En tu cabeza estaba el exterminio total de un pueblo y no lo conseguiste, aquí estamos«.

«En tu cabeza estaba el exterminio total de un pueblo y no lo conseguiste, aquí estamos».

Genealogía de una persecución

De la Obra ha elaborado una genealogía del antisemitismo a lo largo de la historia. Ya, desde el siglo V y VI, se decía «no podéis vivir con nosotros como judío». Un rechazo y exclusión en Europa que acabó al convertirse de religión. La situación se asevera en el siglo XV en España cuando se les expulsa del reino. Lo ocurrido durante el siglo XX en Europa fue como decir «no podéis vivir».

«No podéis vivir entre nosotros como judíos» (Europa, siglos V-VI)

«No podéis vivir entre nosotros» (España, siglo XV)

«No podéis vivir» (Alemania, siglo XX)

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