En una época en la que afloraban por doquier festivales de cine y semanas dedicadas a programar películas, Córdoba no permaneció ajena a este fenómeno en plena Transición. Durante ocho días de octubre, casi los mismos que duró la Revolución en la Rusia de 1917, la ciudad califal, pocos meses después de la legalización del PCE en España, puso en marcha una semana de cine de marcado carácter político de izquierdas, bajo el epígrafe de Cine Histórico, reuniendo a críticos y especialistas en el género. José María Caparrós Lera, por aquel entonces profesor de Cine Republicano en la Universidad de Barcelona y reconocido crítico cinematográfico, viajó hasta Córdoba y dejó constancia de este evento en su libro El cine político visto después del franquismo (Dopesa, 1978) y en una serie de crónicas publicadas en Mundo en las que reflejaba el marcado carácter político de izquierdas que embargaba a esta semana de cine, además de ser el ponente en una conferencia sobre el cine en la II República, tema del que era un reputado especialista.
A este respecto, Caparrós refiere que «salvo los ciclos retrospectivos dedicados a Roberto Rossellini, Juana de Arco y el cine de la II República (…) la célebre proposición de Gramsci, el profeta del eurocomunismo, acerca de que la historia es política, se hizo patente en Córdoba desde el primer día«. Otra de las circunstancias que rodearon a esta Semana, según rememoró Caparrós, fue la ausencia de numerosos films programados o la repetición de varios títulos sin que el programa oficial fuera fiable debido a tanto cambio, algo que provocó el desconcierto entre los espectadores que, mayoritariamente, llenaban las salas de proyección.
Encuentros con el cine militante
Uno de los focos de atracción para el público asistente, primordialmente universitario y «progresista«, como lo denominó uno de los principales invitados a este acontecimiento cultural fueron los llamados Encuentros con el cine militante. El primero de ellosfue el protagonizado por el director chileno Patricio Guzmán, de quien se exhibieron el documental ya famoso en varios países de Europa La Batalla de Chile (en sus dos partes), que refleja el último año del gobierno socialista y el golpe de estado que acabó con la presidencia de Salvador Allende, que dio paso a la dictadura militar de Augusto Pinochet y La respuesta de Octubre (estrenada en Córdoba), que retrataba el paro patronal y de camioneros que tuvo lugar en 1972 contra el gobierno de Allende. Guzmán, a la postre, se hizo acreedor al premio del público «Ciudad de Córdoba» en esta primera edición.




A la izq., Fotograma de ‘La Batalla de Chile’, a la dcha., una imagen de Patricio Guzmán, director de la película
La Organización para la Liberación de Palestina también estuvo presente en estos encuentros a través de tres películas, que incidían en la lucha revolucionaria y armada para crear una identidad nacional y el establecimiento de un estado libre, democrático y laico en el territorio ocupado por Israel. Poco ha cambiado el cuento, ya que Palestina solo tiene estatuto de territorio. También hubo espacio para la presentación, en el tercero de los encuentros, que finalizaban con coloquios entre invitados y asistentes a las proyecciones, de dos mediometrajes sobre la condición de la mujer en Latinoamérica, realizados por el movimiento feminista norteamericano «International Women´s Film Project».
Otras nacionalidades presentes fueron Cuba, Puerto Rico, Méjico, Argelia o la República Federal Alemana, con diversas propuestas militantes de denuncia de la situación en Vietnam, del imperialismo portugués en Angola, el intento de desembarco de anticastristas en Playa Girón en 1971, o los logros de los campesinos chicanos en California por medio de huelgas, entre otros asuntos.
Uno de los momentos estelares, fue la presentación de la que Caparrós considera la mejor película presentada en la I Semana, la argelina Crónica de los años de brasas que venía de obtener el Gran Premio en el Festival de Cannes y que fue muy valorada por el público en la sesión de clausura. La única aportación española al concurso oficial fue Gulliver, de Alfonso Ungría, protagonizada por Fernando Fernán Gómez, tuvo una discreta acogida, como valoró Caparrós, ya que el público no llegó a conectar con la simbología reflejada en pantalla ni con su historia protagonizada por enanos.






Fotografías: Archivo
Y así discurrió la historia de una Semana de Cine de Córdoba que nació en un año clave para la historia española, 1977, ya que en el mes de junio se celebraron las primeras elecciones democráticas tras 41 años, y nuevos vientos de libertad alentaban a las gentes de este país en plena Transición. Un puñado de ediciones tuvo este insólito festival de cine en una ciudad que vivía abotargada culturalmente pero que también desapareció hasta desvanecerse del recuerdo, aunque dejó mella, sobre todo, en los estudiantes de Magisterio, uno de los lugares donde se proyectaron las películas y se suscitaron encendidos coloquios o en quienes acudieron al Club Santuario, otro de los espacios de la Semana.