¿Quién me ha robado mi graduación?

La fiesta final tendrá que esperar

LAURA GARCÍA – INSITU DIARIO

Tras cuatro años de estudio universitario, los alumnos que comenzaron la carrera en el curso 2016-2017 formarán parte, por el momento, de una promoción fantasma. Adiós a las graduaciones y los viajes. La recompensa al esfuerzo no será inmediata y, a ello, se le une un futuro laboral completamente incierto con la llegada de una crisis económica sin precedentes.

En la Univesidad de Córdoba (UCO), la graduación estaba prevista para la última semana de junio. En Loyola, para la primera del mismo mes. Ambas fueron canceladas con la declaración del estado de alarma, del mismo modo que ocurrió con todos los eventos multidinarios en España. Carlos Solano, estudiante de la UCO, afirma que los alumnos no supieron de la cancelación del evento a través de la universidad, sino «por nuestras compañeras delegadas y por el Consejo de Estudiantes», aunque reconoce que era presivible.

Carlos Solano, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UCO

Los eventos de graduación en la UCO se suelen celebrar con alrededor de 50 graduados, además de los invitados, lo que imposibilita su festejo por razones evidentes. En el caso de María Ángeles, alumna de Estudios Ingleses, la graduación estaba prevista en Rabanales, por lo que «al haber espacio suficiente, nos habían permitido llevar a todos los invitados que quisiéramos. Habíamos tenido suerte«, afirma. No obstante, la suerte se esfumó de un día para otro. Ahora, con el avance de la desescalada y la entrada en la nueva normalidad, hay un halo de esperanza para la futura celebración del evento, aunque «el hecho de tener que estar con mascarilla, distancia social y demás medidas de seguridad nos fastidia un poco, por eso preferimos que sea en septiembre, con otras condiciones», señala María Ángeles.

Maria Ángeles, en al biblioteca de Rabanales (UCO)

«La sensación que se te queda después de cuatro años es un poco extraña, porque es el día ansiado. Además te acompañan tus padres, tus abuelos… No poder vivirlo te deja una sensación agridulce», indica Teresa Luque, estudiante de comunicación en la Universidad Loyola de Córdoba. Poner la guinda al pastel es una cuestión de tiempo, aunque lo incierto, por el momento, son las condiciones en las que se llevará a cabo.

Teresa Luque, en la universidad Loyola

Mejor tarde que nunca

Los tiros lejanos que ya se oían sobre un coronavirus reincidente en los medios de comunicación pusieron en alerta a los estudiantes sobre las posibles consecuencias que podría tener en España si acababa llegando: «No llegué a comprarme el vestido porque veía lo que se nos venía encima, pero sí que habíamos pagado ya una señal al restaurante en el que íbamos a cenar y hacer la fiesta. También nos hemos quedado sin orla», asegura Maria Ángeles. Por su parte, Luisa Gómez, estudiante de Psicología y Comunicación en Loyola, afirma que lo único que tenía comprado eran los accesorios: pendientes, collar y pulsera, aunque «tenía claro que quería un traje de chaqueta negro y blanco, pero como declararon el estado de alarma no me dio tiempo a comprármelo».

Luisa Gómez

Celebrar la graduación en el futuro es una posibilidad que no rechazan, a pesar de hacerlo a destiempo: «Creo, espero y deseo que se pueda hacer la graduación en septiembre y con un poquito menos de calor… mirando el lado positivo«, afirma Teresa. A pesar de ello, sabe de la incetidumbre del futuro inmediato: «No estoy muy segura de que se vaya a poder celebrar en septiembre, que es la nueva fecha que ha establecido Loyola, por esto de que apuntan a un rebrote por esas fechas… A lo mejor adaptan las graduaciones y las hacen de menos personas… Sería bastante triste no poder hacerlo», apunta.

En caso de que ese rebrote se podrujera, el escenario más factible sería la celebración del evento a lo largo del año que viene. Tanto Carlos como María Ángeles se muestran receptivos a ello, siempre que fuese necesario. «Si no puede ser en unos meses, a mí no me importaría hacerla el año que viene porque también supondría un reencuentro con tus compañeros, es algo que sigue siendo muy bonito», asegura María Ángeles. Después de todo, «las graduaciones no son algo de vital importancia», señala Carlos, «lo importante es el tema académico, que se puedan acabar los cursos y organizar el futuro, la fiesta ya se hará en su momento, cuando todo esto pase y sea oportuno».

«Vamos a dejar los viajes aparcados»

A la cancelación de la graduación se sumó el incoveniente de los viajes de fin de curso ya organizados para la fecha. Vuelos cancelados y fronteras cerradas a medida que la enfermedad iba adquiriendo terreno. Maria Ángeles ya tenía, junto a nueve amigos más, el crucero por la costa Mediterránea contratado y pagado. «Lo hemos pasado bastante mal con la cancelación del viaje porque, en un principio, la empresa de cruceros nos seguía diciendo que podíamos ir a Italia, que no había problema y que no nos preocupásemos porque no nos iban a poner en riesgo…. en ese momento en Italia ya estaban confinados. No tenía sentido«, relata. El proceso de cancelación de viaje fue toda una odisea para ellos, con grandes dificultades para recuperar el dinero. Llegaron a contactar con FACUA Consumidores en Acción, e incluso con el Ministerio de Consumo. «La empresa de cruceros nos dio la opción de recuperar el dinero, la aceptamos y, a los quince días, nos la vuelven a negar alegando cancelación por causas externas a la empresa. 800 euros perdidos», alega. Finalmente, ha sido la agencia de viajes la que les ha devuelto el dinero, pero el sabor amargo de las malas gestiones les ha quitado la ilusión por viajar. «Creo vamos a dejar los viajes aparcados por un tiempo», sentencia.