B. SANTIAGO – INSITU DIARIO
Este año 2020 quedará señalado como uno de los años más convulsos de toda la historia de la humanidad. Durante estos últimos meses, se han sucedido revueltas y acontecimientos que han marcado un antes y un después en el mundo en el que vivimos, todo ello protagonizado por un único virus: la Covid-19.
Frente a toda esta situación, Antonio Varo Baena, jefe de Epidemiología de la Delegación de Salud y Familias de la Junta de Andalucía en Córdoba, y escritor y presidente del Ateneo en Córdoba, explica a Insitu Diario, como experto universitario en virus emergentes, su percepción de la evolución de esta pandemia que se ha convertido en nuestro día a día.
–¿Cómo cree que se están comportando los cordobeses ante las nuevas medidas de prevención? ¿Considera que son conscientes del peligro?
-Por lo general, creo que la mayoría de los cordobeses se están comportando de manera cívica y responsable. Aún así, todas las actitudes son mejorables.
–A causa de los nuevos rebrotes, ¿opina que podríamos retroceder de fase o, incluso, llegar a un nuevo confinamiento?
-Sí, todavía puede haber más rebrotes y es factible que volvamos a un nuevo confinamiento. A lo mejor no con unas medidas tan drásticas como las que se dieron durante el estado de alarma, pero podemos retroceder si los casos van en aumento y volvemos a una situación similar a la que tuvo lugar durante los meses de marzo y abril.
«Todas las pandemias tienen un comienzo y un fin, no existen epidemias eternas, aun así, vamos a tener que aprender a convivir con este virus»
–¿Ha mutado el virus desde su aparición?
-Tenemos constancia de que, en China, el virus actualmente ha mutado. Se están desarrollando ensayos y estudios de investigación a diario para seguir este cambio, al igual que en España, que estamos a la espera de ver qué ocurre. Por el momento, sabemos que esta mutación no ha hecho que la Covid-19 pierda virulencia, aunque pueda parecerlo. Ahora las edades de incidencia han disminuido. Entre los jóvenes, la Covid-19 se presenta de forma más moderada y esto puede dar a entender que el virus ha perdido virulencia, pero, más bien, es lo contrario.
–¿Cuándo estima que se podrá poner fin a esta etapa de pandemia? ¿El virus desaparecerá por completo o deberemos aprender a convivir con él?
-Todas las pandemias tienen un comienzo y un fin, no existen epidemias eternas, aun así, vamos a tener que aprender a convivir con este virus que ya se ha asentado con nosotros. Por otro lado, no sabemos cuánto durará la pandemia, todo depende de si se encuentra una vacuna segura, efectiva y disponible. Ahora mismo hay 21 ensayos de vacunas autorizados por el mundo y es posible que alguna de ellas sea útil. Mientras tanto, tendremos que esperar, al menos un año, para poder poner fin a esta situación pandémica.
–¿Piensa que la gestión sanitaria de Córdoba está siendo la correcta, o cree que hay cierto descontrol debido a una mala organización o falta de material?
-No, creo que los recursos son los suficientes. Sin embargo, uno no siempre puede prever una situación como la que tuvo lugar con el gran brote de marzo y abril, cuando se decretó el estado de alarma. Los epidemiólogos no somos pitonisas, no tenemos una bola de cristal. En un momento determinado de la pandemia hubo que recurrir a adquirir recursos masivos, pero en estos momentos no hay ninguna problemática en ese sentido. Existe una coordinación eficaz en la atención sanitaria, por supuesto, siempre vigilada por los servicios de salud pública y los epidemiólogos, que son los que deben de tener la voz cantante en estas situaciones epidémicas.
«Está demostrado que la Covid-19 produce inmunidad tanto humoral como celular, que existe un recuerdo inmunitario. En este sentido, no debe de haber reinfecciones»
–¿Tiene clara la comunidad científica cómo se propaga el virus?
-El virus solo se contagia por transmisión respiratoria, por contacto directo, como cuando una persona le tose a otra, después se toca los dedos o no guarda una distancia menor de dos metros. Puede ocurrir, en circunstancias excepcionales, que se produzca un aerosol en un espacio cerrado en el que, por ejemplo, una persona esté tosiendo. En tal caso, ese aerosol puede contagiar a alguien, pero esto es algo anecdótico. Definitivamente, el virus no se contagia por el aire, hay que dejarlo claro.
–¿Se conoce el nivel de protección de una persona frente al virus después de haberlo pasado?
-Esta es una de las grandes incógnitas que ahora se tiene respecto al virus. Está demostrado que la Covid-19 produce inmunidad tanto humoral como celular, que existe un recuerdo inmunitario. En este sentido, no debe de haber reinfecciones, excepto casos excepcionales. Por lo general, después de siete meses con el virus, desde que apareció en China, se desconocen reinfecciones después de haberlo pasado, por lo que, posiblemente, una persona que haya pasado la enfermedad pueda ser inmune.
–Diferentes dirigentes políticos cuestionan el uso de las mascarillas, ¿está demostrada la eficacia de las mismas? ¿Hasta qué punto son efectivas?
-La eficacia de las mascarillas está demostrada fundamentalmente en determinados entornos: socio-sanitarios u hospitales. Sobre todo, está demostrada cuando una persona está infectada por el virus. En tal caso, la mascarilla impide que, al toser o estornudar, pueda contaminar a otra persona, ejerciendo un efecto barrera. Pero también hay que tener cuidado con su manipulación: tocar mucho la mascarilla puede producir un riesgo de contagio.
–¿Existe un plan de distribución y planificación de las vacunas? ¿Qué grupos serán los primeros en vacunarse y cuál será su eficacia?
-En estos momentos, todavía no conocemos la efectividad de las vacunas que se están probando. Concretamente, las vacunas se experimentan en un periodo de fase 0, en animales, a fase 4, cuando estas son probadas masivamente en la población. Se dice que, por el momento, ya hay vacunas en fase 3. Por otro lado, dependiendo de su disponibilidad y de las edades en las que sea más efectiva, creo que sería razonable comenzar a vacunar a aquellos grupos con mayor mortalidad, como es el caso de las personas mayores de 65 años.
«Tocar mucho la mascarilla puede producir un riesgo de contagio»
–¿Opina que se debería de poner en mayor estima el trabajo de la vigilancia epidemiológica a partir de ahora?
-Efectivamente. La vertiente epidemiológica, y la salud pública en general, son actividades sanitarias que se desarrollan durante todo el año. Los epidemiólogos vigilamos una serie de enfermedades para después plantear programas de salud y realizar intervenciones en la comunidad. Ahora, dadas las circunstancias, el trabajo de la vigilancia pandémica ha adquirido cierto prestigio y relevancia, pero, sin duda, una relevancia que ya tenía, solo que ahora, la labor pandémica parece ser más importante que en cualquier otra circunstancia.
La entrevista a este reconocido doctor y epidemiólogo acaba resaltando su faceta más literaria, tras de haber publicado su último poemario, ‘Palmas y aplausos’, en el que ha reunido todas sus reflexiones durante estos días de pandemia.
–¿Qué hace un epidemiólogo en el mundo de la escritura? ¿Cómo acaba un epidemiólogo en narrativa?
-La poesía es consustancial al ser humano, sea epidemiólogo, médico u oficinista. Yo tengo una vocación de carácter literario independiente de mi profesión. En definitiva, se trata de dos vocaciones completamente diferentes, y precisamente por ello conviven muy bien, no se estorban.
–¿Cómo influye en su poesía y narrativa su faceta médica?
-Procuro que no se note mi faceta médica en mis escritos. Intento contenerme y mantenerme en un perfil diferente, pero hay veces que mis propias vivencias se reflejan en mis poemas o narrativa. Pero, por lo general, intento mantener un distanciamiento, en este caso, no social sino literario.