Determinados comportamientos, intereses y reacciones de algunos niños ponen a sus padres sobre la pista de que pueden tener un hijo superdotado.
La psicóloga Amelia Arenas arroja luz acerca de algunos indicios que pueden apuntar a que nuestro pequeño o pequeña sobresale de la media por sus cualidades intelectuales. Sin embargo, esa condición no siempre es una ventaja y así lo explica la especialista.
Pero, ¿qué significa ser superdotado? «Ser superdotado es tener una serie de características por encima o muy por encima de la media. Durante mucho se consideró a partir de un concreto cociente intelectual (130), pero con el paso del tiempo se ha ido descartando porque no se puede clasificar la inteligencia sólo con un número. Ahora se habla de rangos. Entonces a partir de un límite muy alto empezamos a considerar que una persona es superdotada. Además, tiene que tener unas características concretas», asegura Arenas.
Suele ser durante la primera infancia donde los progenitores comienzan a observar ciertas particularidades: «Los padres se dan ya cuenta cuando el niño tiene poco más de un año porque ha desarrollado un lenguaje muy fluido, propio de niños mayores», apunta la psicóloga. «Mantienen conversaciones casi de adultos a los dos o tres años, tienen intereses muy diferentes a los que se les presuponen por su edad, y demuestran gran interés por aprender y abordan cuestiones como el universo o el mundo animal», añade.
Pero, ¡ojo, «las altas capacidades deben ser diagnosticadas por psicólogos expertos en estas cuestiones». Aún así, Amelia Arenas matiza: «No se puede hacer un diagnóstico definitivo de superdotación hasta los 11 o 12 años. Antes no se puede tener una concreción de la inteligencia. De lo que podemos hablar previamente es de precocidad intelectual».
La cara B de ser mejor que la media
Sin embargo, quienes cuentan con un superdotado en su familia o grupo de amigos ya habrá aprendido que «la superdotación no es sinónimo de éxito académico ni personal. Para eso deben estar incluidos otros aspectos como la motivación, el interés por el aprendizaje y el esfuerzo».
No con poca frecuencia hay relación entre superdotación y fracaso escolar.
Pero, ¿cómo es posible? Arenas responde: «Uno de los principales problemas es la desconexión que existe entre sus intereses y lo que se encuentra en la realidad durante los procesos de aprendizaje. No quiere decir que ya conozcan lo que se les va a enseñar pero la forma en que reciben esa enseñanza no les interesa. Así que desconectan de su entorno y se refugian en su imaginación».
Sus relaciones sociales también son a veces complicadas «porque no están en la onda del resto de la gente y puede que incluso se les etiquete como «raros». Y la especialista concluye: «Se produce un aislamiento social por desconocimiento de cómo estas personas son en realidad».
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Rocío Górriz