The Last of Us Parte II: Los personajes LGBT y la ficción

Este juego supondrá un antes y un después en narrativa audiovisual

J. Peña

Desde hace algunos años hemos podido presenciar un cambio de tendencia realmente notable. Todo tipo de empresas se han unido a los movimientos tanto feminista como LGBT con el fin de apoyar y representar a minorías oprimidas. La muestra de apoyo más común por parte de las empresas suele ser el envío de mensajes de apoyo durante efemérides.

Por ejemplo, durante el Día del Orgullo, empresas de todo el mundo cambian sus logos en redes sociales con los colores de la bandera arcoíris. Estas acciones son a menudo criticadas por personas que opinan que son actos poco útiles e, incluso en algunos casos, vacíos.

Sin embargo, en la industria audiovisual, cada vez son más las personas que apuestan por obras destinadas a apoyar la diversidad. Es por esto por lo que Disney, una de las empresas más poderosas del mundo, está comenzando a introducir estos elementos tanto en sus películas nuevas como en las revisiones de las antiguas, los conocidos remakes.

La meta con la que introducen estos elementos es, sobre todo, educar a los más pequeños con los valores de respeto que tan importantes son hoy en día. De hecho, han creado etiquetas en el cine para destacar este tipo de películas, como es el caso de Ralph rompe Internet, que se avisaba en cartelera que era una obra destinada a inculcar valores de igualdad de género.

Aun así, como ya he comentado antes, hay empresas que aún no tienen muy claro qué están apoyando o cuál es la forma idónea de hacerlo. Quizás simplemente porque es un movimiento cuya identidad cinematográfica está aún en desarrollo. Quizás porque el objetivo de estas entidades es utilizar dicho movimiento como técnica de marketing. De todas formas, las razones detrás de las acciones de las grandes multinacionales serán siempre una incógnita para los ciudadanos de a pie.

Ejemplos tales como el de Avengers: Endgame, que fue muy criticado porque, pese a tener una escena final épica únicamente protagonizada por mujeres, estos personajes fueron dados completamente de lado no solo el resto del metraje, sino del Universo Cinematográfico de Marvel en general.

También pasó con el lema oficial de la película Capitana Marvel, que pretendía ser una obra destinada a mostrar la importancia del papel de la mujer y olvidar aquella figura débil e inútil que acostumbraba a ser en la ficción hasta no hace mucho. Dicho esto, creo que todos estaremos de acuerdo en que utilizar como lema promocional “Mujer tenía que ser” muestra, de nuevo, que Marvel ha cometido desafortunados errores en sus esfuerzos por ensalzar la figura femenina.

Expuesto todo esto, me gustaría alabar una de las primeras obras ficticias en el ámbito digital que, en mi humilde opinión, aciertan a la hora de representar personajes pertenecientes al colectivo LGBT que, además, son mujeres fuertes e independientes. Efectivamente, hoy vamos a hablar del videojuego de PS4 The Last of Us Parte II.

Para empezar tenemos a Ellie, la protagonista principal de nuestra historia. Ellie es una chica de unos 18 años que ha nacido y crecido en un mundo postapocalíptico invadido por zombis. La historia comienza cuando ella y su novia Dina emprenden un viaje para vengar a Joel, el padre adoptivo de Ellie.

El punto crucial de esto es que la orientación sexual de ellas dos no forma parte del arco de la historia principal. Es decir, la historia de The Last of Us Parte II es una historia triste y lúgubre sobre los límites de la venganza y cómo pueden llegar a cambiar a alguien tan oscuras pretensiones. La orientación sexual de nuestra protagonista es tan solo un rasgo más, no el núcleo de su personaje.

De este mismo modo la historia nos presenta a uno de los personajes transgénero más interesante de la narrativa audiovisual: el pequeño Lev. Dado que estamos en un mundo postapocalíptico, los supervivientes forman diferentes grupos y tribus para sobrevivir. Lev pertenece a un grupo fanático religioso que reniega de la tecnología, pues le atribuyen la causa del apocalipsis que ha ocurrido.

Conocemos a nuestro joven personaje huyendo de su pueblo, los serafitas. Es entonces cuando se topa con Abby, la antagonista principal.

De nuevo, lo más interesante del personaje de Lev es el trasfondo oculto que vamos conociendo a medida que avanza su viaje con Abby. Nos enteramos de que pertenece al colectivo trans porque durante las persecuciones por parte de los serafitas, ellos gritan su deadname. Es decir, el nombre por el que se llamaba una persona transgénero antes de cambiárselo.

Esta me parece una forma magistral de darnos a conocer más sobre nuestro personaje, pues es verdaderamente natural y no da una impresión en absoluto forzada. Además, cuando Abby le pregunta al chico “¿Quieres hablar de ello?” él contesta con un contundente no. Esto realza la importancia de la verdadera naturaleza de un personaje y la forma que tiene un niño de encarar un trauma. Priorizan la construcción del personaje frente a sobreexplicar al espectador por qué sus compañeros le llamaban Lily, siendo nombre de chica. Una manera genial de tratar al jugador como a alguien inteligente y de demostrar que esto no es un reclamo comercial.

Aun así, Lev ha sido criticado porque su historia, en la opinión de ciertos periodistas de la industria, sí que gira en torno a su identidad de género, a diferencia de lo que pasaba con Ellie. Lamentablemente, tengo que discrepar.

Lev huye de su casa cuando su madre quiere someterle a un matrimonio concertado con uno de los ancianos del pueblo. Es entonces cuando él se rapa la cabeza y huye, algo que se considera pecado en una chica, tal y como sus intolerantes excompañeros insistían que era. En definitiva, el arco argumental de Lev no trata en absoluto sobre su identidad de género. Solo es un chico que huye de un matrimonio concertado el cual no desea, como hemos visto en cientos de películas Disney a lo largo de la historia.

Como conclusión quiero destacar que, mucho más importante que la presentación de un colectivo o minoría en ficción, lo esencial es cómo es representado. Nunca se debería crear a un personaje que gire únicamente en torno a su orientación sexual o identidad de género, pues ningún personaje heterosexual es icónico por el género por el que se siente atraído.